Penuria de Las Revistas Científicas
Venezolanas
Las
universidades se han mantenido por siglos como productoras de conocimiento, son
instituciones caracterizadas por la libertad de crear, de cuestionar y cuestionarse y de contribuir a resolver los
grandes problemas del país. En este sistema de construcción y reconstrucción de
la ciencia, las revistas científicas cumplen un papel primordial, ya que en
ellas el conocimiento se hace explicito, las investigaciones se traducen en comunicaciones científicas y éstas son evaluadas por los pares
(valoración del saber), publicadas y difundidas a la comunidad científica a
través de las revistas y de su visibilidad en índices de recuperación,
catálogos, bases de datos, etc., para así
ser ubicados y rastreados (darle
acceso), por los grandes motores
de búsqueda de Internet (Google, Yahoo, entre muchos otros).
La actividad editorial en las universidades tiene como propósito esencial rescatar y divulgar la producción intelectual resultante de la actividad de docencia – investigación, extensión e innovación y constituye el primer eslabón entre la producción de conocimiento y su divulgación, al hacerlo explícito y ponerlo al alcance de la comunidad académica y la sociedad.
La actividad editorial en las universidades tiene como propósito esencial rescatar y divulgar la producción intelectual resultante de la actividad de docencia – investigación, extensión e innovación y constituye el primer eslabón entre la producción de conocimiento y su divulgación, al hacerlo explícito y ponerlo al alcance de la comunidad académica y la sociedad.
En este
sistema de producción y consumo de conocimiento
la revista científica publica, divulga y preserva el conocimiento más
reciente de forma explícita. En nuestro
país, desde hace muchos años, sabemos y conocemos las dificultades que
confrontan y han confrontado las revistas científicas venezolanas, pero nunca
como en este momento, nuestras publicaciones científicas viven hoy la peor crisis de su historia desde
que aparecieran las primeras publicaciones periódicas venezolanas “El Naturalista” y Eco Científico de
Venezuela”(1857-1858) y nuestra primera revista médica “Escuela Médica”
(1874).
Muchos investigadores
y docentes en nuestro país a lo largo de
la historia han llamado la atención sobre la calidad y circulación de las
revistas científicas nacionales, especialmente las médicas entre ellos el Dr.
Tulio Arends, Ricardo Archila, Rodríguez Lemos, Fernández Palacci, H. Stegemann,
J. A. González Vegas, Alecia de Acosta, Elena Rider, entre muchos otros, lucha que aun hoy persiste y
cuyos esfuerzos se han sumado en la creación y funcionamiento de ASEREME
(Asociación Nacional de Editores de
Revistas Biomédicas).
Desde esta
tribuna han venido llamando la atención sobre la calidad de nuestras revistas
médicas, primeramente por la calidad, formato y normas que obligan a una revista de excelencia, por otra los cambios tecnológicos que hoy nos asisten,
los cuales obligan a pasar
del formato papel al electrónico, esto sin disponer
de una infraestructura ágil, y técnicamente de alta velocidad (falta de grandes servidores y asistencia
tecnológica) y a una merma en la productividad científica,
producto de los bajos presupuestos de las universidades destinados a la investigación, así como el poco estímulo para escribir y publicar, a
pesar del esfuerzo de los
postgrados al considerar obligatorio la publicación de artículos en revistas arbitradas
producto del desarrollo de las tesis de postgrado y de políticas para divulgar
los aportes científicos generados por estas
instituciones.
A todo lo anterior se agregan los altos costos de edición e impresión del
formato papel y la poca experiencia de
los editores en montar revistas
electrónicas (Acceso abierto y software
libre) y desconocimiento del derecho de
autor en entornos virtuales, etc.) y de mecanismos y normativas para las
ediciones.
En este
sentido es evidente los bajos presupuestos destinados a la edición de nuestras
revistas científicas, sumado al cierre desde el año 2009 del programa de
cofinanciamiento para revistas científicas venezolanas, por parte del FONACIT
(Última convocatoria para evaluación y financiamiento de las mismas,
(recordemos que este programa tiene algo más de 20 años) y ha contribuido
desde esa fecha a consolidar un núcleo nacional de revistas calificadas como excelentes (superiores al percentil 75), hoy estas
revistas junto a otras que venían siendo
cofinanciadas por FONACIT en su edición de papel y eran seleccionadas para ser
colocadas en la plataforma electrónica SciELO no disponen de estos beneficios, así sólo 16 de 48
títulos de revistas venezolanas
ubicados sobre este percentil
(75%) han podido disponer de recursos
para el 2009 y han podido estar a texto completo en SciELO, por lo que muchas revistas de calidad aun no están disponibles en esta plataforma
(SciELO-Biblioteca Electrónica on line) proyecto multinacional y de escala latinoamericana
que permite que las revistas científicas de
más alta calidad estén disponibles para el mundo en este índice a texto
completo y a tiempo.
A todo lo anterior se suma, la falta de
redes de distribución y divulgación a
las bibliotecas del país y del exterior, y por supuesto, pérdida de la
periodicidad, y en muchos casos problemas para
que el ISSN (Internacional Standard Serial Number) para los formatos electrónicos les sea asignado.
Por otra
parte generalmente el Depósito legal de estas revistas no se cumple, lo que hace que la Biblioteca Nacional no sea
depositaria de este patrimonio documental y de colecciones completas de estas
revistas científicas venezolanas. Toda esta situación hace que la periodicidad
de excelentes revistas con cincuenta o
más años de vida y circulación
estén viviendo una grave crisis
editorial y puedan desaparecer, o que permanezcan dormidas perdiendo la
periodicidad y por ende su calidad y,
por otro lado aparecen publicaciones espasmódicas (que responden a autoridades
de turno) que no cumplen las normas ni
los estándares exigidos internacionalmente.
Realmente se
trata de un círculo vicioso, las revistas no reciben cofinanciamiento del
FONACIT, en muchos casos como no están dentro del Registro FONACIT, no reciben
presupuesto por parte de las
instituciones patrocinantes, caso en el
año 2010 y 2011 los CDCHT de algunas universidades no
asignaron presupuestos justos a
estas publicaciones y exigieron como requisito
estar en el “Registro de FONACIT” a pesar que este programa estaba cerrado desde el año 2009 (última convocatoria).
En la
actualidad el país no se sabe a ciencia
cierta cuántos títulos de revistas
científicas tenemos y cuales son de excelente calidad y cuales deben mejorar (178 títulos en el
listado del FONACIT)
Asistimos a
la pérdida de uno de los patrimonios documentales más importantes del país,
recordemos que cuando una colección de revistas científicas se interrumpe
o se pierden las colecciones, quedan mutiladas e incompletas y su valor documental deja mucho
que desear.
Todo lo
expuesto nos permite señalar la
ausencia de políticas públicas coherentes por parte del MPP de Ciencia y
Tecnología y del FONACIT en materia de revistas científicas. Esta situación es
evidente cuando revisamos los requisitos exigidos por el PEII ( anteriormente
PPI , PEI) hoy Programa de Estímulo a la
Investigación y la Innovación) donde podemos ver como dicho programa califica,
exige y promueve la publicación de artículos científicos en revistas nacionales de calidad, pero
lamentablemente, el programa de revistas del FONACIT dirigido a estas publicaciones lleva ya tres años sin
convocatoria, por lo cual no se financian y no se evalúan las revistas
nacionales; situación que ha traído una caída en la periodicidad de las mismas,
baja calidad de contenido, falta de visibilidad y acceso, colecciones incompletas y atrasadas y perdida de calidad
y actualidad de la plataforma SciELO-Venezuela
Finalmente,
debemos respaldar el papel que ha jugado ASEREME (Asociación de Editores
de Revistas Venezolanas Biomédicas) y el
SINADIB (Sistema de Información y Documentación Biomédica de Venezuela), cuyos
objetivos han estado
dirigidos a mejorar la calidad de
nuestras revistas, contribuir a la
formación de editores de alta calidad y a la sistematización y visibilidad de
las revistas biomédicas venezolanas y al desarrollado LIVECS (Base de datos o
Índice de la literatura biomédica venezolana).
No quisiera
terminar sin antes llamar la atención del Director y el Directorio del FONACIT y del Ministerio de Ciencia y
Tecnología e Innovación en relación con
la articulación y relación indisoluble que existe o debe existir entre investigadores,
investigaciones (Conocimiento), proyectos, postgrado y publicaciones, sin esta
articulación, sin un sistema coherente
no podemos hablar de indicadores de
producción y productividad científica
y no podemos conocer que se publica en ciencia en Venezuela, quiénes publican Ciencia en Venezuela en revistas
nacionales, cuales son nuestras
principales revistas, que áreas temáticas
están asistidas y cuales ameritan mayor inversión, así como la presencia
de nuestras revistas en el intercambio mundial del conocimiento, recordemos “Lo que no se publica no se conoce”, por
otra parte las universidades del país no disponen en su gran mayoría de acceso
a bases de datos internacionales, por lo que los investigadores y estudiantes
de postgrado están limitados en el acceso a la información proveniente de los
países con mayor desarrollo en investigaciones científicas, pero tampoco se tiene acceso a la literatura
nacional(no se cita la bibliografía nacional). Trabajemos por una política
coherente y sistemática sobre nuestras revistas científicas.